Inmersos en la etapa del año en que son más frecuentes las tormentas eléctricas en Cuba (de mayo a septiembre), resulta oportuno tratar nuevamente el tema, y alertar sobre uno de los peligros que más las distinguen: los temidos rayos.
Las fulguraciones, como también se les llama, representan el evento de origen natural que más muertes ocasiona en nuestro país en las últimas cinco décadas, al superar ampliamente el número de víctimas dejadas por huracanes, lluvias intensas, inundaciones costeras, tornados y sismos.
Un estudio reciente realizado por el máster en Ciencias Evelio Alberto García Valdés, especialista principal del Centro de Pronósticos del Instituto de Meteorología, reveló que, entre 1987 y 2023, perdieron la vida por descargas eléctricas 1 892 personas, para un promedio anual de 51,13 fallecidos.
De acuerdo con los resultados de la investigación, de la cifra enunciada, 1 617 corresponden al sexo masculino, y 275 al femenino, mientras la provincia de Granma registró el mayor número de decesos, con 285.
El año más mortífero resultó 1996, en el que hubo 91 víctimas fatales, y la cantidad menor ocurrió en 2020, que solo reportó 17.
Como indicó García Valdés, por grupo de edades la suma más alta de fallecidos se observó en los comprendidos entre los 25 y 59 años (1 138), seguido por el de 20 a 24 años (220).
Las personas que sobreviven al impacto directo de las fulguraciones, casi siempre quedan con secuelas físicas causantes de algún tipo de discapacidad, afectando la calidad de vida.
Por eso, preocupa ver a niños y adolescentes bañarse y correr descalzos o jugar a la intemperie bajo un aguacero acompañado de fuertes descargas eléctricas, sin tener percepción alguna del riesgo al que se exponen.
En no pocas ocasiones, las descargas eléctricas comienzan antes de empezar a llover, y eso ha provocado lamentables pérdidas de la vida, incluso, de personas practicando deportes.
Además de lo enunciado, las fulguraciones ocasionan incendios forestales y urbanos, dañan la telefonía móvil y fija, los transformadores, las líneas eléctricas, estaciones de bombeo de agua, transmisiones de radio y televisión, sistemas de energía renovables, computadoras, equipos electrodomésticos, y hasta pueden entorpecer los vuelos de la aviación comercial.
¿QUÉ HACER FRENTE A LAS DESCARGAS ELÉCTRICAS?
La doctora en Ciencias Meteorológicas Lourdes Álvarez Escudero, investigadora del Centro de Física de la Atmósfera del Instituto de Meteorología, indicó a Granma que, si bien en los últimos años se registra una ligera disminución de las tormentas eléctricas en determinadas zonas del archipiélago cubano, hay estaciones meteorológicas, como la de Casablanca, en La Habana, y en la de Camagüey, en las que se ha podido observar, por el contrario, una tendencia creciente altamente significativa en la ocurrencia de días con esa condición.
Lo anterior, subrayó, demanda mantener una actualización sistemática del comportamiento de esos eventos, por las implicaciones que tienen, y para la ubicación acertada de los sistemas de protección contra rayos, con énfasis en los lugares de mayor riesgo.
«El inicio de una tormenta es calculado tomando como referencia la escucha del primer trueno. Se considera que terminó, cuando transcurren 15 minutos después de oír el ruido de la última tronada.
«Las fulguraciones suceden cuando el movimiento ascendente y descendente del aire contenido dentro de una nube del tipo cúmulo nimbo, de gran desarrollo vertical, a una altura de unos diez a 12 kilómetros, y elevado contenido de humedad, forma cargas positivas y negativas que, al acumularse de manera excesiva, dan lugar a una descarga en forma de chispa: el relámpago.
«Esas cargas pueden circular dentro de la propia nube, entre dos nubes de tormenta, o entre una de ellas y la superficie de la tierra. Cuando el chispazo desciende a una temperatura muy alta, choca con el aire más frío de los alrededores, y produce un enorme ruido llamado trueno.
Según detalló la doctora Lourdes Álvarez, al ser la velocidad del sonido mucho menor que la de la luz, siempre se verá primero el relámpago, y luego sonará el estruendo.
«En Cuba, la época del año más activa en cuanto a la ocurrencia de tormentas eléctricas en las regiones occidental y central es en el mes de agosto. Para la zona oriental suelen suceder más en junio y septiembre.
«La mayor incidencia se concentra, sobre todo, en el horario de la tarde, en particular entre la una y las siete, aunque el pico máximo tiende a registrarse alrededor de las cuatro».
Sobre qué hacer ante una tormenta eléctrica, la experta enfatizó en que lo más prudente es buscar resguardo inmediato en el interior de una edificación techada, alejado de puertas, ventanas y materiales conductores, como son las tuberías y cables metálicos.
«Otra recomendación consiste en evitar correr con la ropa mojada, como erróneamente hacen las personas, pues puede crearse una turbulencia en el aire, capaz de atraer al rayo.
«Igualmente, hay que apartarse de vallas y cercas metálicas, no hablar por teléfono ni ponerse debajo de un árbol. Si le sorprende dentro del mar, la piscina o en un río, salga inmediatamente, porque el agua conduce la corriente. En caso de estar varias personas juntas, lo recomendable es separarse lo más pronto posible, unos de otros».
Calificó de muy segura la opción de permanecer en el interior de un vehículo con las puertas y ventanillas cerradas, porque al tener las ruedas de goma, las descargas eléctricas circulan por el exterior del metal y dejan dentro del auto un campo eléctrico nulo, la llamada Jaula de Faraday.
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