Nacida el 31 de agosto de 1953, en la finca Pomarrosa, asentada en las inmediaciones de una pequeña comunidad campesina denominada Barrio Arenas, en Santo Domingo, Villa Clara, la doctora Ramona Oviedo Prieto no descubrió, hasta los 18 años, que su camino en la vida profesional era la Botánica.
«De niña, siempre me gustaron las plantas, caminar por la campiña, sentir el aroma de las flores, escuchar el canto de las aves. Crecí en un entorno familiar en el que se amaba y cuidaba la naturaleza, pero cuando terminé el sexto grado en la escuela rural Federico Capdevila, quise ser maestra y me bequé en la Escuela Formadora de Minas del Frío, en la Sierra Maestra.
«Luego de culminar el primer año, continué los estudios en Topes de Collantes. A causa de una enfermedad tuve que abandonarlos y causé baja. Pensé que el mundo se me venía encima. El sueño de graduarme de magisterio quedó truncado».
Recuperada la salud y sin tener definido lo que quería hacer, en el segundo semestre de 1968 optó y ganó una beca para Técnico Medio en Química y Perfumería.
«Vine para La Habana porque se cursaba en el tecnológico Rosalía Abreu, de Rancho Boyeros. Después de seis meses de iniciadas las clases, la dirección del recinto docente explicó que había ocurrido un lamentable error al hacer pública la convocatoria para la captación, pues realmente nos formaríamos como técnicos en Jardinería y Floricultura.
«En un principio quedé contrariada. Recordé, entonces, los pasajes de mi infancia en el campo, de cuánto disfrutaba ver la vegetación, y no dudé en continuar esa especialidad. Cuando tomé la decisión de seguir, comprendí que los genes de la Botánica vinieron conmigo al mundo».
Una vez egresada, Ramona Oviedo fue ubicada en el entonces Instituto de Botánica de la Academia de Ciencias de Cuba, devenido posteriormente Instituto de Ecología y Sistemática (IES), su único centro laboral a lo largo de más de cinco décadas.
El afán de superación la condujo a cursar la carrera de Ingeniería Agrónoma, mediante la modalidad de estudios dirigidos, en el Instituto Superior de Ciencias Agropecuarias de La Habana, hoy Universidad Agraria de La Habana, graduándose en 1983.
«CAZADORA» DE PLANTAS INVASORAS
Para la doctora en Ciencias Ramona Oviedo –obtuvo ese grado académico en la Universidad de Alicante, España, por la defensa de la tesis Diversidad vegetal del humedal Ciénaga de Zapata–, dedicarse a la Botánica le permitió rebasar con creces sus expectativas profesionales.
Asesora experta de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (fao) y del Ministerio de la Agricultura de Cuba, ha participado en 28 proyectos investigativos del IES y de otras instituciones cubanas, 15 de ellos en colaboración con reconocidas organizaciones no gubernamentales internacionales.
Figuran en la relación, los denominados: Consecuencias del cambio climático global en las interacciones bióticas de las plantas en ecosistemas de montañas, Evaluación del estado de conservación de la flora endémica de Cuba, La conservación de la biodiversidad y la mitigación del cambio climático en el desarrollo sostenible del turismo en Cuba, y Reducción de la vulnerabilidad a las inundaciones costeras, en ecosistema en el sur de las provincias de Artemisa y Mayabeque, Manglar Vivo.
En el transcurso de los últimos cuatro lustros, la doctora Oviedo Prieto lideró el Proyecto Nacional Plantas Invasoras presentes en la República de Cuba. Estrategia para la prevención y manejo, con prioridad en las áreas protegidas.
La también curadora naturalista superior del Herbario Nacional, explicó que el término comprende a las plantas exóticas introducidas de manera intencional o involuntaria por la actividad humana, las cuales ya se han adaptado al medio y pueden reproducirse a gran escala y con alta capacidad de dispersión, más allá de los límites iniciales en los cuales radicaron.
«Estas dañan la diversidad biológica, sobre todo la flora endémica y los ecosistemas frágiles. Logran perjudicar también, en no pocas ocasiones, los rendimientos de los suelos.
«Los resultados de los estudios en el tema posibilitaron identificar la presencia en Cuba de más de 300 especies reconocidas como invasoras, en los diferentes ecosistemas, y una cifra superior a las 200 en la categoría de potencialmente invasoras, es decir, que todavía no tienen significativa incidencia en el entorno en el que se ubican, pero requieren de un seguimiento permanente».
Con más de cien publicaciones de artículos científicos en revistas nacionales y foráneas arbitradas, y autora de varios capítulos en libros, como los titulados: Diversidad biológica de Cuba, Los manglares en Cuba y el iv y el v Informe Nacional al Convenio de Biodiversidad de la República de Cuba, la doctora Ramona Oviedo es coautora de la Lista roja de la flora cubana en sus dos versiones. Participó, asimismo, en la colecta de 35 especies nuevas para la ciencia y en tres nuevos registros específicos para Cuba.
Tomando en cuenta su desempeño y liderazgo en el conocimiento de la flora nacional, le han sido dedicadas, con la inclusión de su nombre o apellido a la hora de denominarlas, cinco de esas especies nuevas de plantas y un género endémico monotípico, de la zona Nipe-Moa-Baracoa.
Recientemente, recibió el Premio a la Conservación de la Flora de Cuba, otorgado por el Grupo Nacional de Especialistas de Plantas Cubanas para la Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza. Igualmente, ha sido distinguida en varias ocasiones con el Premio Anual de la Academia de Ciencias de Cuba.
Sobre sus proyectos inmediatos, detalló que se centran en terminar el libro sobre la diversidad biológica de la Ciénaga de Zapata, e integrar en un compendio todo el conocimiento acumulado sobre plantas invasoras en nuestro país.
No quiso concluir la entrevista sin evocar el agradecimiento eterno a figuras como el doctor Julián Acuña, la doctora Ángela Leyva, y otros destacados especialistas que mucho contribuyeron a su formación profesional.